jueves, 3 de febrero de 2011

Ascenso al cerro El Plomo

Lo primero, es que aquí se le llama cerro a todo. Es España cuando se habla de cerro, hacemos referencia a una montaña pequeña, aquí no.
El cerro El Plomo es el más alto que se ve desde Santiago. 5440 m y a poco más de una hora desde Santiago.
El pasado año, a Miguel y a mi se nos ocurrió que podría ser interesante que ya que era un pais tan montañoso, aprovechar y subir a algún 5000. Después de indagar un poco, resulta que uno de los más habituales debido a su cercanía era El Plomo.
Para subir es necesario un acondicionamiento previo, porque subir de golpe suele dar puna (mareos, difucultad para respirar, dolores de cabeza e incluso vómitos).
Para realizar el acondicionamiento, la semana anterior hice noche en lo alto del cerro El Pintor, de 4100 m. Esto hace que el organismo comience a generar más glóbulos rojos necesarios para el día del ascenso.
Para organizar la expedición, puesto que había perdido a mi compañero de aventuras, Miguel, que se marchó a Concepción, y David Muñoz, gran experto en montañismo que iba a ser nuestro iniciador, no podía debido que  había sido nombrado presidente de la federación chilena de andinismo y le era complicado encajar fechas, busqué compañeros en el foro de montañismo tricuspide. Allí contacté con Erick y Thomas, los cuales tenían experiencia en montañismo y los que fueron mis compañeros de ascenso.

El primer día realizamos la aproximación. Subimos en auto hasta la estación de esquí Valle Nevado, y por camino donde se podía ir en 4x4, llegamos hasta tres puntas. Desde allí caminamos hasta el campamento base. Unos 10 km en algo más de 5 horas hasta llegar a una altura de 4200 m.
Al llegar, montamos el campamento e inmediatamente granizó.
Hasta el momento estaba bastante bien, me encontraba bien, nada de puna.
A la mañana siguiente, a las 6:30 partimos para el ascenso. Un poco tarde ya que recomiendan si quieres hacer cumbre, salir lo más tarde a las 6:00. A las 5:00 ya oimos pasar otro grupo que iba a intentar subir.
El primer tramo, hasta el refugio Agostini, a 4600 m, lo hicimos bastante rápido. Cuando llegamos allí, el grupo que oimos pasar temprano estaba dentro y esperando para bajar, ya que estaban en malas condiciones para seguir subiendo.
A partir de aquí venía un acarreo muy duro y pesado, donde se caminaban dos pasos y se retrocedía uno.
Conforme íbamos subiendo era más dificil respirar y el ritmo era cada vez más lento.
Llegamos a la pirca del inca, a 5050 m de altura, punto donde se encontró la momia de una niña inca. La ruta que habíamos hecho, fue usada por los incas en el siglo XV y XVI.
Desde la pirca comienza el cruce del glaciar iver, y para ello es necesario usar crampones para evitar resbalar por el hielo, ya que aunque el punto donde cruzamos la pendiente es moderada, a pocos metros pasa a ser extremadamente abrupta con 600m de desnivel.
Una vez cruzado el glaciar, en una hora aproximadamente hicimos cumbre, extenuados y parando a respirar a cada paso.
En la cumbre el paisaje era espectacular. El Aconcagua destacaba por su altura del resto de las montañas.
Comenzamos a bajar rápidamente porque había nubes amenazadoras, y al cruzar el glaciar de retorno, comenzó a nevar acompañado de tormenta eléctrica.
Al llegar al refugio Agostini (es una pequeña caja de madera donde caben 6 personas tumbadas) entramos en él a esperar que la tormenta remitiese un poco. Después de esperar y ver que no paraba, decidimos continuar con el descenso, que realizamos sin problema.